Le gout des autres
| 2000
| 117 min.
| Francia
| DIRECTOR: Agnès Jaoui
| GUIÓN: Agnès Jaoui & Jean-Pierre Bacri
| MÚSICA: Jean-Charles Jarrell
| FOTOGRAFÍA: Laurent Dailland
| REPARTO: Anne Alvaro, Jean-Pierre Bacri, Alain Chabat, Agnès Jaoui, Gérard Lanvin, Anne Le Ny, Christiane Millet, Wladimir Yordanoff, Xavier de Guillebon, Raphaël Defour, Brigitte Catillon
| PRODUCTORA: Le Studio Canal + / FR 2
| 2001: 4 Premios César: Mejor película del año, actor secundario (Gérard Lanvin), actriz secundaria (Anne Alvaro), guión original. 9 Nominaciones. European Film Awards: Mejor guión del año / Comedia dramática
Valoración: 10
I
Esta película pone en pantalla diversas situaciones en la que puede verse el goce artístico como objeto de la diferencia, y a un grupo de individuos que se mezclarán en juegos (de correspondencias, de posicionamiento, de intereses) para formar un entramado de relaciones cuyo destino es confluir en un escenario donde la situación de cada personaje va a medirse a través de la relación entre el gusto subjetivo y la legitimidad de éste.
El personaje principal —Jean Castella— es un hombre ligado al mundo financiero, poseedor de un gran capital económico pronto a consumar un nuevo negocio que parece ser de gran interés para su futuro, al punto de tener que adoptar un chofer y un guardaespaldas que lo seguirán a todas partes, hasta la firma del contrato. Para este negocio, también contrata un asesor reconocido por sus méritos académicos, que va a acompañarlo durante la negociación.
La mujer de Castella —una decoradora de ambientes titulada, pero que nunca ejerció—, va a ser la carta que muestra la decadencia del matrimonio. Ella tiene la oportunidad de hacer una práctica en decoración en la nueva casa de su cuñada. Ésta última acepta de mala gana, resignada, y casi por obligación ya que la casa se la facilitó su hermano, Jean.
El otro personaje que cierra la historia es Clara, actriz de teatro dramático. El ámbito en el cual va a desarrollar sus actividades siempre estará vinculado con las artes, que comparte con un grupo de amigos conformado por personas que se dedican al teatro, la pintura, la música, y las letras. La caracterización de algunos personajes del círculo de Clara va a estar relacionada con retratos marginales pero identificables en el campo artístico: la homosexualidad, las drogas, la excentricidad, etcétera.
Las exposiciones de arte y las charlas de café van a ser los circuitos elegidos por el grupo de artistas —entre los que se cuenta a Clara—, y en el que intentará incluirse Castella, entre pintores, actores y gente del ámbito de la alta cultura. En aquellas reuniones abundará la ironía, los juegos de palabras, la creatividad, y —a su manera— los prejuicios contra aquellos que no cono-cen los códigos ni pertenecen al mundo del arte.

II
Castella había deseado llegar a su casa e irse a dormir, sin cenar siquiera. La escena, al inicio de la película, lo muestra agotado, terminando un día de trabajo. Aparece mirando melancólicamente a través de la ventana de su automóvil. Su mujer le recuerda que esa noche deben ir al teatro. Castella se fastidia, pero su mujer insiste: el compromiso es impostergable porque su sobrina actúa en la obra y le han prometido asistir.
Castella cede y acepta acompañarla, pero cuando se sienten en las butacas él tiene una nueva idea: ir a la cafetería y volver cuando la obra esté terminando. Su mujer lo convence de que se queden sentados y vean el espectáculo completo, a pesar de que hay otro agravante para Castella: “¡la obra es en verso!”. La película comienza a centrarse en el aburrimiento de Jean hasta la irrupción en escena de Clara, la actriz que a partir de su desempeño en la escena va a cambiar el ánimo del personaje.
El comienzo de El gusto de los otros, ha mostrado un protagonista que, lejos de sentirse atraído por los productos culturales, acepta participar de algún evento artístico sólo por obligación, y de mala gana. Él pertenece a un mundo de empresarios, oficinas y negociaciones. Deberá incursionar en el mundo de la alta cultura, donde los individuos se mueven en torno a los patrones aceptados como ortodoxos, los mismos que van a medir el toque distintivo de los personajes.
Castella es invitado por los amigos de Clara a ver una obra teatral. Al finalizar, este personaje se dirige hacia Clara, quien estaba reunida con sus amigos comentando que la obra había sido aburrida. Cuando nuestro personaje se acerca al grupo, comenta que se había divertido con la obra, especialmente con uno de sus personajes. Terminados los comentarios se dirigen a un bar a tomar algo. Ya en el bar, los amigos de Clara no hacen más que reírse y burlarse de la ignorancia artística de Castella.
Castella, sin percibir las burlas e ironías de los amigos de Clara, se interesa en visitar todo evento cultural en el que se encuentre Clara (aunque a ella le moleste notablemente su presencia). Por otro lado, es cierto que más que un interés cultural o artístico, el personaje es movilizado por su atracción hacia ella, sin embargo, una vez que nuestro héroe expresa su sentimiento hacia la actriz y ella lo rechaza, se comienza a percibir signos de transformación en su manera de actuar.

La mujer de Castella —una decoradora de ambientes titulada, pero que nunca ejerció—, va a ser la carta que muestra la decadencia del matrimonio. Ella tiene la oportunidad de hacer una práctica en decoración en la nueva casa de su cuñada. Ésta última acepta de mala gana, resignada, y casi por obligación ya que la casa se la facilitó su hermano, Jean.
El otro personaje que cierra la historia es Clara, actriz de teatro dramático. El ámbito en el cual va a desarrollar sus actividades siempre estará vinculado con las artes, que comparte con un grupo de amigos conformado por personas que se dedican al teatro, la pintura, la música, y las letras. La caracterización de algunos personajes del círculo de Clara va a estar relacionada con retratos marginales pero identificables en el campo artístico: la homosexualidad, las drogas, la excentricidad, etcétera.
Las exposiciones de arte y las charlas de café van a ser los circuitos elegidos por el grupo de artistas —entre los que se cuenta a Clara—, y en el que intentará incluirse Castella, entre pintores, actores y gente del ámbito de la alta cultura. En aquellas reuniones abundará la ironía, los juegos de palabras, la creatividad, y —a su manera— los prejuicios contra aquellos que no cono-cen los códigos ni pertenecen al mundo del arte.

II
Castella había deseado llegar a su casa e irse a dormir, sin cenar siquiera. La escena, al inicio de la película, lo muestra agotado, terminando un día de trabajo. Aparece mirando melancólicamente a través de la ventana de su automóvil. Su mujer le recuerda que esa noche deben ir al teatro. Castella se fastidia, pero su mujer insiste: el compromiso es impostergable porque su sobrina actúa en la obra y le han prometido asistir.
Castella cede y acepta acompañarla, pero cuando se sienten en las butacas él tiene una nueva idea: ir a la cafetería y volver cuando la obra esté terminando. Su mujer lo convence de que se queden sentados y vean el espectáculo completo, a pesar de que hay otro agravante para Castella: “¡la obra es en verso!”. La película comienza a centrarse en el aburrimiento de Jean hasta la irrupción en escena de Clara, la actriz que a partir de su desempeño en la escena va a cambiar el ánimo del personaje.
El comienzo de El gusto de los otros, ha mostrado un protagonista que, lejos de sentirse atraído por los productos culturales, acepta participar de algún evento artístico sólo por obligación, y de mala gana. Él pertenece a un mundo de empresarios, oficinas y negociaciones. Deberá incursionar en el mundo de la alta cultura, donde los individuos se mueven en torno a los patrones aceptados como ortodoxos, los mismos que van a medir el toque distintivo de los personajes.
Castella es invitado por los amigos de Clara a ver una obra teatral. Al finalizar, este personaje se dirige hacia Clara, quien estaba reunida con sus amigos comentando que la obra había sido aburrida. Cuando nuestro personaje se acerca al grupo, comenta que se había divertido con la obra, especialmente con uno de sus personajes. Terminados los comentarios se dirigen a un bar a tomar algo. Ya en el bar, los amigos de Clara no hacen más que reírse y burlarse de la ignorancia artística de Castella.
Castella, sin percibir las burlas e ironías de los amigos de Clara, se interesa en visitar todo evento cultural en el que se encuentre Clara (aunque a ella le moleste notablemente su presencia). Por otro lado, es cierto que más que un interés cultural o artístico, el personaje es movilizado por su atracción hacia ella, sin embargo, una vez que nuestro héroe expresa su sentimiento hacia la actriz y ella lo rechaza, se comienza a percibir signos de transformación en su manera de actuar.

III
Castella va a pagar la cuenta. A Clara le había sorprendido su llegada, su insistencia en acom-pañarlos. Al grupo de intelectuales que conformaban la mesa, su presencia. En un momento dado Castella propone que Clara haga comedia en lugar de drama:
—A la gente le gusta reírse.
Un amigo continúa la idea, insiste que debe hacer comedia, un final alegre, como el final de Casa de muñecas de Ibsen. Mientras todos hablan, Castella se anticipa y llama al mozo. Paga la cuenta.
IV
Castella va deslizándose gradualmente hacia un gusto que no sólo había permanecido como distinto sino que podemos entrever que era en gran medida desconocido: nunca había tenido contacto con la alta cultura. Con la intención de impresionar a Clara, este hombre va amoldarse al “gusto de los otros”. No sólo cambiará sus costumbres (asistir al teatro, a las charlas en el café, visitar las exposiciones de pintura, etc), sino que irá adquiriendo definitivamente productos artísticos para exhibir en su propia casa, e incluso hará un cambio en la imagen de su empresa colo-cando en la entrada de la fábrica un mural de uno de los artistas que cuenta entre sus nuevos amigos.
En Castella se evidencia un cambio cuando se le insinúa a Clara (mediante una declaración en verso, el estilo que otrora le aburría). A partir de allí no va a buscar desesperadamente la aceptación de Clara, sino que empezará a vincularse con el campo cultural desde sus competencias, propias del campo económico. Se relaciona con uno de los amigos de Clara para llevar a cabo un proyecto cultural. Nos encontramos con un personaje que supera la indignidad cultural que sintió desde el momento en que Clara lo rechaza, situación que le permite percibir y aceptar lentamente el ridículo que protagonizó, y que a partir de entonces va a interesarse en el mercado cultural, a su manera.