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    Toro salvaje (1980), de Martin Scorsese



    Raging Bull, 1980, 128 min., Estados Unidos
    ★★★★½ 
    DIRECTOR  Martin Scorsese
    GUIÓN  Paul Schrader & Mardik Martin
    MÚSICA Varios
    FOTOGRAFÍA  Michael Chapman (B&W)
    REPARTO  Robert De Niro, Cathy Moriarty, Joe Pesci, Frank Vincent, Nicholas Colasanto, Theresa Saldana, Mario Gallo, John Turturro, Frank Adonis, Martin Scorsese
    PRODUCTORA  United Artists
    PREMIOS  1980: 2 Oscars: Mejor actor (De Niro), montaje. 8 nominaciones
    1980: Círculo de críticos de Nueva York: Mejor actor, Mejor actor de reparto. 4 Nominaciones
    GÉNERO   Drama | Biográfico. Deporte. Boxeo
    Por Nicolás Ponisio

    Martin Scorsese y su toro salvaje confiesan que han pecado. El director llena la pantalla de alusiones religiosas tales como un cuadro pictórico en un living o una cruz colgada en la pared de una habitación. Sin embargo la falta de religiosidad en Jake LaMotta (Robert De Niro) es lo que, a lo largo del film, lo irá llevando a su decadencia. Todo comienza en el bar donde Jake y sus amigos bromean con un cura al que le preguntan si quiere “cogerse a alguien”. El cura no solo se ríe sino que, a pedido de ellos, bendice la mesa en la que se encuentran. Pero esa bendición no será tal. Se convierte en un castigo por la falta de respeto hacia ese hombre de Dios y por los pecados cometidos y que irá cometiendo el protagonista. A partir de allí se darán distintas situaciones que Jake no podrá manejar. El primer resultado de esa ausencia religiosa en Jake es el mini-golf al que lleva a su novia Vickie. Ella debe meter la bola en un hoyo que esta del otro lado de una capilla miniatura. Lanza el tiro pero con las manos de LaMotta en el palo, ya que éste le está enseñando a tirar. La bola pasa por la capilla pero nunca sale de su interior. Signo de una fuerza mayor que tiene atrapado a Jake y que si no se redime nunca podrá escapar. Irá atravesando diversos pecados capitales que lo van sentenciando cada vez más y más. El primero y más evidente de ellos es la ira. No solo presente en el ring, su lugar de trabajo, sino también frente a compañeros, su hermano y su mujer. Llevando la violencia a su casa y a la de su hermano, despurificando el recinto sagrado que representa el hogar familiar. A la ira se le suma la gula. Decae como persona y también lo hace físicamente imposibilitándose participar en ciertas peleas debido a su peso. Su personalidad es también contaminada por el orgullo. Él mismo afirma más de una vez que no se cae ante nadie al mismo tiempo que se hunde un poco más. La pereza se hace presente al momento de estar por pelear. En vez de levantarse se encuentra acostado en la cama. La envidia está en sus ojos al ver ganar siempre a su contrincante Sugar Ray y la codicia lo domina al venderse y participar en una pelea arreglada, trayéndole consigo la imposibilidad de pelear por un tiempo. Por último aparece la lujuria. Ya retirado del mundo del box, Jake tiene un bar en el cual se relaciona con una menor de edad. Una chica de quince años. Esto último lo termina dejando, al igual que la capilla de golf, atrapado en la cárcel. Cuando logra salir de alguna manera sigue encerrado. Su hermano le es indiferente y su esposa y sus hijos se han ido. Su vida pecaminosa lo deja atrapado en soledad.