• opiniones y comentarios de cine clásico y contemporáneo

    Playtime (1967), de Jacques Tati



    Playtime (Play Time), 1967, 155 min., Francia
    ★★★★½ 
    DIRECTOR  Jacques Tati
    GUIÓN  Jacques Tati & Jacques Lagrange
    MÚSICA Francis Lemarque
    FOTOGRAFÍA  Jean Badal & Andréas Winding
    REPARTO  Jacques Tati, Barbara Dennek, Jacqueline Lecomte, Valérie Camille, France Rumilly, Rita Maiden, Erika Dentzler, Nicole Ray, Billy Kearns, Georges Faye, John Abbey
    PRODUCTORA  Spectra Films / Jolly Film
    GÉNERO  Comedia


    Hulot (interpretado por el propio Tati) es un sujeto de pocas palabras, despistado y que sale y se mete constantemente de distintas situaciones tan ridículas y disparatadas como el mismo personaje. Hulot es protagonista de dos films antecesores a Play Time: Las vacaciones de M. Hulot (1953) y Mi tío (1958). Los cuales no son necesarios ser vistos para entender de dónde proviene este sujeto. Esa información no posee importancia alguna, no hace a la historia. No interesa al espectador qué está haciendo Hulot al encontrarse con un oficinista o por qué simplemente no les dice a las mujeres que lo toman por vendedor, que él no trabaja allí. No interesa en absoluto porque no es más que una gran excusa insertada en la historia para desatar una serie de incidentes y producir el disfrute y la carcajada en el espectador. Es un sujeto salido directamente de una película perteneciente al cine mudo, más precisamente de un film chaplinesco. Habla muy poco y se mueve torpemente. El verdadero desastre ocurre cuando se da una especie de fusión, de encuentro inesperado. Hulot y la modernidad, siendo ésta la gran crítica de Tati en su film. En el momento en el que Hulot ingresa, como no podría ser de otra forma, accidentalmente a una venta de artefactos para el hogar, es cuando se comienza a notar el gran despliegue del director, tanto en lo actoral como en la puesta en escena. El personaje de Tati no comprende el accionar de los artefactos y muebles modernos que están en venta. Así es como se tropieza con sillones ruidosos que lo sobresaltan al sentarse o se queda encerrado a oscuras en el hall de un edificio. Hulot, al igual que el film, no tiene cabida en el mundo moderno, es por eso que juntos hacen una gran pareja en ese entorno tan distinto a ellos. Se ríen de la gente que precisa objetos inservibles, se ríen del frenético consumo, se ríen y se aman en una inmensa carcajada que llena de un goce visual a la pantalla.
    El protagonista de un film suele realizar un viaje de cambio y autodescubrimiento. A Tati le encanta ahorrarse todo ese conflicto y demás circunstancias en la vida de sus personajes. Hulot no necesita de un conflicto interno, problemas en su psicología o la búsqueda de un amor. Está allí para protagonizar varios sketches y nada más. La historia podría prescindir completamente de él. Y lo hace. Llegado el momento en que la acción pasa a transcurrir en la inauguración de un restaurante, el personaje desaparece por un buen tiempo, lo que no permite que el espectador tenga inconveniente alguno para seguir disfrutando de la historia y desternillándose de risa con los acontecimientos dados en la pantalla. Quien está mirando el film se olvida por completo de Hulot y ni siquiera sería necesario que volviera a escena. Pero lo hace y trae la sorpresa de que aún siga rondando por ahí, en la capital francesa, dispuesto a ser parte, nuevamente, de la disparatada acción.