
Dans ma peau (AKA Coupures)
(2002, 93 min., Francia)
| DIRECTOR Marina de Van
| GUIÓN Marina de Van
| MÚSICA Esbjörn Svensson
| FOTOGRAFÍA Pierre Barougier
| REPARTO Marina de Van, Laurent Lucas, Léa Ducker, Thibault de Montalembert, Dominique Reymond, Bernard Alane, Marc Rioufol, François Lamotte, Adrien de Van, Alain Rimoux
| PRODUCTORA Lazennec Productions
| GUIÓN Marina de Van
| MÚSICA Esbjörn Svensson
| FOTOGRAFÍA Pierre Barougier
| REPARTO Marina de Van, Laurent Lucas, Léa Ducker, Thibault de Montalembert, Dominique Reymond, Bernard Alane, Marc Rioufol, François Lamotte, Adrien de Van, Alain Rimoux
| PRODUCTORA Lazennec Productions
Valoración: 7
Decidí darle título en español a esta película que no está traducida en ningún lado. Bajo mi piel fue dirigida, escrita y protagonizada por la misma persona: Marina de Van, quien caracteriza a Esther, una mujer de treinta años que durante una fiesta, en una caminata por un patio, tropieza con algunos objetos sin darle importancia para, unos momentos más tarde, descubrir que el accidente la dejó visiblemente herida en una pierna. Esther busca atención médica, y allí confirma que su umbral de dolor es más bajo de lo normal. Pronto aparece en ella la adicción por cortarse su propio cuerpo, y llevarse a la boca su propia carne y su sangre.
Hasta aquí, lo que tiene de bueno, pero en la película no hay mucho más que la caracterización de este personaje. Esther va profundizando en su obsesión y complicándose la vida. Es una película con una fuerte apuesta en lo visual. Coincido con este fragmento que cito a continuación:
La premisa es fascinante (¿qué harías si un día descubres que te gusta cortarte?) y la ambigüedad con la que Marina de Van maneja la situación la salva de ser un panfleto feminista-contestatario (la automutilación como reacción/resistencia/respuesta al patriarcado). El problema es que a la película le sobran como cuarenta minutos, mínimo. Un mediometraje que contara lo mismo sería mucho más contundente, mucho menos aburrido y nos ahorraría verle la jeta de estreñido a Laurent Lucas. La transformación de Esther de mercadóloga gris a bacante anacrónica tiene momentos muy logrados, como el de la cena en la que la protagonista se corta un brazo, pero se pierden en una crisis de pareja de lo más convencional. [Fuente: revistacinefagia.com]





